Por Caro Junio 21, 2024
Antes, para ser ermitaño había que vivir en una cabaña de madera y ser autosuficiente. Hoy, con la tecnología y las entregas a domicilio, podemos pasar varios días sin ningún contacto físico. Pero eso no es realmente lo que Dios quiere.
Los de carácter extrovertido serán los primeros en estar de acuerdo con la afirmación de que no podemos vivir aislados. Pero incluso las personas solteras que disfrutan salir con amigos pueden acostumbrarse a vivir solas y desarrollar una forma de comodidad en su rutina. Y si bien es bueno ser autosuficiente, debemos recordar que Dios no nos creó para estar solos (Génesis 2:18). Los momentos de soledad pueden ayudarnos a acercarnos a Dios, lo cual es fundamental, pero estos tiempos no deben convertirse en una forma de vida. Hay varias ventajas al sacrificar nuestra comodidad para invertir en la vida de los demás.
Sal de nuestros pensamientos
¡Lo que sucede entre nuestros oídos no siempre es edificante! Incluso para salvar al gran profeta Elías de su depresión, Dios lo sacó de su desierto y lo llevó a gente buena (1 Reyes 19 y 20). Cuando nos aislamos, nuestros pensamientos oscuros se vuelven aún más oscuros, nuestros pensamientos carnales se vuelven más tentadores, nuestros terrores se vuelven más perturbadores. Solos, podemos sentirnos impotentes ante nuestros desafíos, pero cuando salimos de casa para encontrarnos con amigos, colegas o incluso conocidos lejanos, liberamos nuestros pensamientos de este estrés innecesario.
Desarrollo neuronal e inteligencia
Uno de los principales consejos que se les da a las personas que empiezan a perder capacidades cognitivas es conocer más gente, realizar actividades en grupo. Es una de las mejores formas de estimular nuestro cerebro. El contacto con otras personas nos expone a nuevas ideas, perspectivas diferentes y todo ello nos lleva a crecer intelectualmente. Incluso el contacto con personas desagradables tiene el potencial de mejorarnos, enseñándonos comportamientos que debemos evitar (Colosenses 3:13). Y sin olvidar que los testimonios de los demás estimulan nuestra fe.
Para un sistema inmunológico más fuerte
Incluso desde el punto de vista físico, hay evidencia de que las personas que se aíslan son menos saludables. No sólo el contacto con otras personas ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, sino que cuando estamos solos también tendemos a descuidar nuestra alimentación y muchas veces adoptamos hábitos sedentarios. Sal a caminar con tus vecinos, es bueno para tu salud mental y tu salud física.
En busca de grandes oportunidades
Dejar nuestra comodidad requiere esfuerzo, sobre todo cuando elegimos salir a servir a alguien, a cuidar de otra persona. Pero también nos permite hacer grandes descubrimientos. Al conocer a extraños, podemos descubrir un nuevo club de viajes y pero que nos ofrezcan un nuevo trabajo. Dios pone ante nosotros toda clase de bendiciones, pero para recibirlas debemos negarnos a aislarnos, aunque salir sea un inconveniente.
La habilidad de hacer amistades
Conversar con nuevos conocidos es una habilidad que se desarrolla con la experiencia. ¡Acercarse a una persona del sexo opuesto sin tartamudear requiere práctica! Otra ventaja de salir de nuestro aislamiento. “Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. Si uno de ellos se tropieza, el otro lo levanta. ¡Pero ay de aquel que tropieza y no hay quien lo levante!” (Eclesiastés 4:9-10 RVC) Este versículo no trata solo sobre el matrimonio, sino también sobre la buena amistad. Esté presente no solo para salir a cenar, sino ofrézcase a ir al hospital con su amiga si tiene que hacerse pruebas. Ayuda a tu hermana en Cristo a mover un mueble. Lo que damos a los demás siempre vuelve a nosotros de una forma u otra.
Atención parejas: siempre es tentador aislarnos en nuestro amor, pero no lo hagas. Necesitas consejos de otras parejas que te rodean y también necesitas una perspectiva externa de tu pareja. “El amor te ciega”, dicen. Son quienes te rodean quienes te ayudarán a ver las cosas con claridad. Así que resista la tentación de estar siempre juntos y solos.
Es cierto, nuestro pequeño capullo es muy cómodo y salir de nuestro aislamiento muchas veces requiere un gran esfuerzo. Conocer extraños no siempre es agradable, ayudar a un amigo también puede resultar agotador. Pero no sólo es lo que Dios nos pide, también es bueno para nuestra propia salud física y mental, además de ser una semilla en nuestra vida futura.