Todo va bien
Cuando respondemos con confianza que todo está bien con nosotros, generalmente significa que tenemos todo lo que queremos, que nuestros planes se están haciendo realidad. Pero, ¿tiene Dios la misma definición de bienestar?
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Cuando respondemos con confianza que todo está bien con nosotros, generalmente significa que tenemos todo lo que queremos, que nuestros planes se están haciendo realidad. Pero, ¿tiene Dios la misma definición de bienestar?
Cuando hace mucho calor, nuestros ojos perciben charcos en los caminos. Sin embargo, avanzando por la carretera, nos damos cuenta de que no hay nada mojado. Fue solo un espejismo. ¡Nuestro razonamiento puede estar equivocado, y esto, en todas las áreas!
Todo lo que tratamos de construir sobre una mala base solo puede desmoronarse con el tiempo y las pruebas. Este es también el caso del matrimonio. Por lo tanto, es mejor pensar cuidadosamente acerca de nuestras motivaciones antes de hacer este compromiso ante Dios.
Este desafío al que nos enfrentamos se apodera de nuestros pensamientos. Tanto es así que puede impedirnos dormir o encontrar las soluciones adecuadas. La preocupación nos asfixia: ¡tenemos que deshacernos de ella!
Somos adultos, tenemos derecho a hacer lo que queramos y no queremos que nadie nos juzgue. Lamentablemente, esta actitud popular no es la que debe tener un hijo de Dios, al menos por dos razones.
Cuando tenemos que tomar una decisión o analizar una situación, es mejor utilizar los hechos que nuestras emociones. Este consejo es práctico para todas las áreas de nuestra vida, incluida nuestra vida amorosa.
A menudo somos probados en nuestro caminar cristiano; debemos resistir todo tipo de tentaciones. Sin embargo, a veces resistir es demasiado difícil. Entonces tenemos que pasar al plan B.
Un vaso de agua fría en un día de mucho calor… ¡qué alivio! Un servicio pequeño y sencillo que puede marcar una gran diferencia. Esto es lo que nuestro Padre Celestial nos anima a hacer unos con otros.
“Abre los ojos de mi corazón…”, dice el himno popular de Paul Baloche. Y lo cantamos a todo pulmón. Pero, ¿hacemos de ello una oración? Podemos estar tan distraídos por lo mundano que nos olvidamos de la eternidad.
A veces nos sentimos obligados a responder a una ofensa contra nosotros infligiendo la misma ofensa a quien nos la dio. Queremos “hacerles pagar”. Esta forma de resentimiento solo siembra veneno en nuestras relaciones.
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