¿Lo ves?
Nos distraemos tan fácilmente. Tenemos un proyecto por terminar, pero nos perdemos en los videos cortos que nos ofrecen nuestras redes sociales. No es de extrañar entonces que también perdamos de vista el Reino de Dios que nos rodea.
Nos distraemos tan fácilmente. Tenemos un proyecto por terminar, pero nos perdemos en los videos cortos que nos ofrecen nuestras redes sociales. No es de extrañar entonces que también perdamos de vista el Reino de Dios que nos rodea.
La vida puede pasar tan rápido que a veces olvidamos quiénes somos en realidad. Tomamos todo tipo de títulos que creemos que son importantes. Sin embargo, es nuestra identidad en Cristo la que silencia nuestras preocupaciones.
Cuando ponemos nuestra vida en las manos de Dios y estamos dispuestos a servirle donde Él desea, a veces nos presenta desafíos que parecen estar más allá de nuestras capacidades. Pero estemos seguros: si Él nos llama, también nos equipa para el éxito.
Todos estamos esperando una respuesta de Dios en un área u otra de nuestras vidas. Si realmente tenemos fe en que Él responderá, debemos demostrarlo preparando nuestros corazones para recibir esta bendición.
No es fácil renunciar a nuestros deseos, al negar nuestra carne. Por supuesto, queremos permanecer en la gracia de Dios, pero el desafío es grande. Afortunadamente, la Biblia nos da la solución a esto.
Tenemos muchos sueños y nos decepcionamos o incluso nos enfadamos cuando no se hacen realidad. Rara vez vemos todo esto desde una perspectiva eterna. Sin embargo, la vida no se detiene con nosotros.
Durante una reunión de oración en 1865, Elvina Hall escribió un poema inspirado en el poder redentor del sacrificio de Cristo. Sus escritos combinados con la música de John Grape, el organista de la iglesia, se convirtieron en un himno liberador.
Rara vez pensamos en nuestra muerte, ¡hacemos todo lo posible para evitarla! Pero a veces es bueno detenerse y examinar la dirección de nuestra vida. Si muriera ahora, ¿estaríamos satisfechos con lo que dejamos atrás?
Cuando respondemos con confianza que todo está bien con nosotros, generalmente significa que tenemos todo lo que queremos, que nuestros planes se están haciendo realidad. Pero, ¿tiene Dios la misma definición de bienestar?
Este desafío al que nos enfrentamos se apodera de nuestros pensamientos. Tanto es así que puede impedirnos dormir o encontrar las soluciones adecuadas. La preocupación nos asfixia: ¡tenemos que deshacernos de ella!
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